miércoles, 29 de diciembre de 2010

la sonrisa de buddha


Representa aquello a lo que todo ser humano aspira: la verdadera paz interior. La ausencia de ruido e impureza, el nirvana, lo sagrado.

La superación de los pecados de la carne, de las aspiraciones egoístas, la vanidad, el ego y el deseo.

Y sin embargo cada uno descubre su propio camino, cada uno se enfrenta a sus propias verdades y mentiras, a sus propios enemigos, a su propia oscuridad. Tan íntima es esta senda, que leer meras palabras no es un acto suficiente para alcanzar la sonrisa de buddha. Cada uno sabe cuando es el momento, qué debe hacer, cuáles son sus errores, y cómo debe de enmendarlos. Así como un gato limpia sus propias impurezas, así el que busca la iluminación debe de identificar sus propias conductas que lo alejan de la verdad y sanar a su propio espíritu.

martes, 7 de diciembre de 2010

bachiller

Son pocos los lugares a los que uno desearía volver en cualquier momento y que recuerda con tanta alegría.

Aquél lugar donde viví mis primeros años de universidad... en la facultad de Bachillerato.

Es imposible borrar todos los recuerdos, las experiencias que allí viví.

Pero los tiempos son otros, estoy cursando otra carrera, ya no estoy físicamente en ese mundo, de jóvenes desorientados, competitivos, a la deriva, pero que en el fondo tienen una misma meta.

Hoy no pude asistir a la ceremonia de graduación. El cansancio de fin de año me venció completamente, tuve que concentrarme en eximir una materia.

Hoy me desperté aún cansada, pero con la leve esperanza de que si me apuraba, lograría llegar a tiempo. Le pregunté a uno de mis tantos compañeros de bachillerato: la ceremonia sería las 5 pm.

Limpié, me bañé, hice todo rápido, pero al momento de recoger el vestido de gala, éste no se encontraba donde pensé que estaba. Mi padre seguía en el trabajo, mi amigo ofreció acompañarme, pero no podía, pues también estaba ocupado en esos momentos.

Me resigné, intenté olvidar con todas mis fuerzas el asunto.

Pero no.

Aquellos paisajes seguían rondando en mi cabeza. Esos momentos de paz sentada en los escalones de aquella escuela. Los diálogos con los profesores, las dudas, la incertidumbre. ¿Qué sería de mí? ¿Algún día lograré terminar una carrera? ¡Debo lograrlo, me decía!

Y fue precisamente en ese lugar donde coseche la esperanza. Donde compañeros y personas del lugar me daban ánimo sincero. Donde a pesar de la fuerte competitividad presente en los compañeros, logré lazos.

Donde rara vez presencié malos entendidos y discusiones.

Allí me encontraba en mi hogar. En una atmósfera mágica, en un ambiente intelectual.

Recuerdo cada momento, cada conversación, cada prueba, cada examen, cada clase.

Un momento cúlmine de mi vida, eso es lo que fue, ha sido, y será.

El lugar donde conocí a la Chile, con su particular idosincrasia, tan extraña, tan cambiante.

Llena de personas que cultivan el conocimiento y lo hacen parte de un todo. Que piensan, que comparten reflexiones, con los cuales me puedo realmente entender.

Pero a pesar de que cada uno de estos alumnos ha tomado su camino, allí estamos siempre, presentes todos, en las mesitas de la tía Ema, tomándonos un café, criticando a los profes, hablando de la vida... allí nos hallamos, en corazón y espíritu.